miércoles, 17 de septiembre de 2025

Quiero, pero ayer tampoco fue el día.

Protesto, me enfado, y, con una mirada: sí cariño. Y como cada semana fui al estanco a comprarle tabaco. Mi esposa fuma y no voy a descubrir lo perjudicial que fumar es para la salud, la propia cajetilla de tabaco lo lleva escrito con imágenes que horrorizan. Hicimos lo imposible, fuimos al médico de familia y nos derivó a un enfermero especialista y a las dos semanas... de las dos semanas una fumaba a escondidas. Lo intentó mil de veces hasta que entregó la esperanza. Sigo. Fui al estanco y no estaba la estanquera, la propietaria, quise decir, la única persona con la que mantengo cuatro palabras a la semana en el Pueblo de Patricia, con ella y ninguna otra, pero ayer había una joven, sobrina de "la que no debe ser nombrada" y decidí preguntarle por la salud de su tía, también que le dijera que si seguía haciendo buen café me gustaría ir a verla, acordar la paz (nos hicimos mucho daño) y hablar de la familia y lo que fuera saliendo. Mucho tendría que salir si en esta ocasión me dejara entrar en su casa. (Indudablemente, salí a mi güelu, no a mi güela). Con un poco de honestidad recuerdo que, hasta el último momento... no quiero saber cuándo será ese momento. Mi tranquilidad necesita refuerzos y ella es la única que me los puede dar. (Imagino que ustedes ya saben que no le dije nada a su sobrina). Probablemente, los dos somos parte de un mundo sin futuro. Sin embargo, quien te ama te da tiempo y no me refiero a horas, sino a su mejor espacio de vida. Gracias.

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