miércoles, 16 de julio de 2025

A Carmen, mi amor, en su día.

Hoy, Día del Carmen, quiero decirte, amor, mi amor, que estoy todo en ti. Me fío más de ti que de mí mismo. Sin ti, no sabría a dónde ir. Hubo un tiempo en otro tiempo que me perdí y llegaste justo a tiempo de encontrarme, y salvarme. Fueron malos tiempos. Hasta que llegaron otros tiempos de animadversión con las peores intenciones. Un castigo de tu Señor Dios, quizá.

Necesité mucho tiempo para darme cuenta de que estuviste a punto de perder tus benditas capacidades de tanto usarlas en mí. Tiempo para apreciar lo fundamental que eres en mi vida. Fuiste tú quien me enseñó que cuando algo se pierde no hay que quedarse en lo que fue, sino en lo que queda por ser. También a usar la imaginación para escribir y no desconfiar para conocerme mejor. Por conseguir que creyera en el amor y sentirme vivo. Por dedicarme todos tus días con todas sus horas para llegar a tiempo. Por estar a mi lado cuando me iba sin haberme ido enfrentándote a la vesania con tus armas de mujer enamorada. Nunca dejaste de amarme. Eché demasiados compromisos a la espalda y desde lo más profundo de mi ser el cerebro hizo un paréntesis. Obligamos tanto a la capacidad volitiva y cognitiva que el consciente de por sí decide plantarse. Como en la mitología griega abriste la caja de Pandora y echaste al diablo con el rabo entre las patas. Pero amor, mi amor, mi mente absurda, quebrada, no tiene cura: abrázame fuerte porque creo que mis miedos no se han ido del todo. Te quiero.

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