martes, 11 de octubre de 2022

¿Se va ella o me voy yo?

Tengo de vecina a una mujer tóxica. ¿Se va ella o me voy yo? (O nos vamos los dos). Si se va ella subsanaría la sensación de agobio que me produce la mudanza. Hablo de la vecina chismosa, la mujer con la que barría la acera cada mañana. Nos llevábamos más o menos bien, pero de un tiempo a esta parte se mete telepáticamente en mi cabeza cantando chismes de lavadero municipal. Le canta a mi cabeza para que me entere yo. Ella no es tóxica, tóxico es su orgullo. No sé qué le impide apearse del orgullo. A mí, de llamar a su puerta, me duelen los nudillos. ¿En adelante barrerá sola la acera o la barrerá otra? Bah, que la barra el alcalde o la alcaldesa. La lucidez de la razón es prima hermana de la verdad y el amor. No entiendo que le cante a mi cabeza chismes sin visión de futuro. (El futuro no fue ayer). No debería esperar a ver qué pasa, ni confiar en lo que Dios quiera. La única decisión posible ante la adicción a la distracción, como ante todas las adicciones, es pedir ayuda. William Shakespeare: "Tan imposible es avivar la lumbre con nieve, como apagar el fuego del amor con palabras". Gracias.

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