El sábado, mi esposa me "animó" a vestirme de guapo y con la cara de los bautizos: se citó con unos amigos en el bar de la esquina para cenar y en agradable conversación... Dios mío. En este caso, Dios mío como en la RAE, tiene dos acepciones, una tiene que ver con la agradable conversación, y otra con las arrugas de mi piel frente al espejo. El espejo es el amor y yo el desamor. Hace mil de años que no me miraba al espejo, y el paso de los años reseca la piel y aparecen las arrugas. Y en este punto me da por pensar que, además de las arrugas, el paso de los años también reseca los amores... Me siento como los Ojos del Guadiana. Desaparecen los amores y aparecen las arrugas. Amores sin contribución emocional, tal, como si los hubiera sentido sin ganas. Los clasificaré como sucesos que no sucedieron. La memoria, como el amor, es selectiva. Pronto se olvidará de mí. Mi vida no es ciencia exacta, mi vida es un cruce de caminos y de ahí, y no pasó. Me iré en silencio hacia un universo aparte. (La vida es sueño para Pedro Calderón de la Barca, para mí, la vida es el mejor despropósito). Gracias.
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