sábado, 20 de noviembre de 2021

Prevaricación.

"Lo malo de quien se cree en posesión de la verdad es que cuando tiene que demostrarlo no acierta ni una". (Camilo Cela). 

Y me viene la memoria a la cabeza: "Si escribes de mí, no me hagas daño". Y por leerme, no puedo sino confesarte, que tú eres la veleta y yo soy el aire. Y la veleta, si el aire no la mueve se queda quieta. Estás quieta y no quieres quedarte quieta, quieres que te atize la modorra, aunque te haga daño. El daño te lo hace la modorra, no yo, yo solo la espabilo. Aunque al espabilarla te haga daño. (Ni tú ni yo estamos anclados al pasado, no tergiverses la palabra). Días atrás, y dale a la rueda, me volviste a preguntar: ¿Por qué no me lo contaste? "Si te lo cuento tendría que matarte", como en la peli. O la otra: "No te lo conté para protegerte". ¿Comprendes? (Ahora sé que lo comprendes). El amor y la palabra debiera ser suficiente pero no, y pretendes que la espera desespere a quien espera. (Ojalá y me equivoque). Has convertido la espera en una rutina fría. ¿Ganarías (más) con la inspiración de un poema? Y de vuelta la pregunta: ¿Qué puedo hacer para qué no sufras? Gracias.

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