Un sábado de fieles los difuntos y ni siquiera tengo un amor que me acompañe a pasear por Les Seniaes, y peor que me dé por pensar en el odio... Pero y qué lástima vivir irrespetando la vida, tratándola peor que la muerte por odiar en vez de amar. Y qué lástima me doy si solo se me ocurre pensar acerca del odio y sus consecuencias. Qué siniestra a veces mi vida... De siempre, porque no es de ahora, el odio pudre la sangre y consume el corazón. No escuchen a quien les proponga odiar en vez de amar, ni disfrazar palabras para proteger posturas obstinadas. Digan no, no quieran estar a la altura de sus miserias, no permitan que alguien invalide el respaldo que gente de buen corazón les otorgue. Escuchen los latidos de su corazón, no pierdan la esperanza. Sean valientes sin excusas. Devuelvan el odio al maligno y a su oscuridad más profunda, o a la noche desprovista de estrellas. (Si el odio como un amigo gorrón se instala en tu corazón, ay, amor, echarlo es imposible. No seas estúpida, con perdón: por ti y por mí, ¿comprendes? Deja para otra vida el tú y el yo y vuelve al nosotros sin odio). Gracias.
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