jueves, 3 de agosto de 2017

Culpable, Rajoy.

Si una noche se desvela no le doy mayor importancia, aunque sé por la dama que no me deja ir que la tiene porque si no duermo mis neuronas echan chispas. Debo dormir y no duermo. Lo que me impide dormir con normalidad viene de lejos y no es nada nítido, a pesar de que a mis días les sobran los motivos, como al Sabina. Esta noche desvelada como tantas no fue una noche cualquiera, estuve en el delirio escribiendo palabras sin valorar las consecuencias. No es mi estilo, yo siempre mido las palabras que escribo y valoro las consecuencias, pero si alguna palabra se escapa con saña porque las prisas o la RAE no se explica pido disculpas.

Las prisas no son buenas, a no ser para los malos toreros y los ladrones. A mí los toros me gustan, los toreros no, se podían ganar la vida de otra manera que no fuera maltratando a los toros. ¿Quien, enamorado, maltrata al amor? La pregunta se contesta sola. Tampoco es mi estilo meterme con una profesión y más si particularmente se considera Arte. Y los ladrones, los que roban porque si no roban se mueren de frío y de hambre sus hijos, siempre me cayeron bien, y al paso del tiempo mejora mi opinión sobre ellos porque les han negado cualquier alternativa. Otro ladrones, por decir los usureros, siempre me cayeron mal. Y peor al paso del tiempo. Pero cómo, Dios y María, me van a caer bien si Patricia reclamó de su hipoteca lo del suelo y el notario, el registro y yo qué sé pero mucho más al banco y le dijeron que no, pero que había un bufete de abogados muy bueno que se lo arreglaba todo en uno en un periquete. No tardando se lo dirán a Kristel, y por el mismo precio. Hay que joderse. Cuando iba a la escuela, por eso de nacer en la cuenca minera quería ser minero, o abogado si me podía el miedo. Por aquel entonces dabas una patada a un árbol y caían decenas de abogados. Y ahora que no nos quedan árboles porque les prendemos fuego no damos un paso sin que un abogado nos ofrezca defender nuestros derechos fundamentales. En este país hay abogados para parar un tren y ganan dinero a por cientos. A por cientos del querellante y a por cientos del querellado. Todo en uno. Pero si no hay abogado del bufete recomendado no hay caso. ¿Quién es culpable de esta afrenta? Rajoy. Gracias.

1 comentario: