En el bulevar de los sueños rotos, ay, Sabina. Poeta, bohemio, loco, soñador, utópico, son algunos de insultos más utilizados para restar verdad a la verdad, para quitarle méritos a la razón, cuando no se tienen argumentos para rebatirla. Es mi opinión, pero no soy gente de decir siempre la verdad. Así, que, arrogante para algunas, vanidoso para otros, la cuestión es descalificar los argumentos. Escribiré en de soslayo y de cuando en vez me preguntaré ¿qué habría sido del mundo sin poetas, soñadores, locos, bohemios, utópicos? ¿Qué habría sido del mundo sin un Vicente Ferrer y sus actos de amor por la vida? ¿Dónde andaría la humanidad, que ya anda mal de por sí, si no sobrevivieran entre luchas y crisis mentales, los poetas, los bohemios y los locos soñadores que insisten en las utopías, en la magia de los amaneceres, en levantarle la falda a la luna, y sobre todo, en sobrellevar un tango tristón a la victoria? La muerte sí que puede hablar de victorias y no los que escriben al dictado de los que mandan y sus alegorías. Los que vivieron, todos han sido derrotados, casi siempre. Sin la posibilidad de elegir futuro a una patria segregada de antemano, sin exigir respeto a los que encontraron la muerte en vez de una victoria, algunos quieren inventar la libertad. Sin embargo, mientras no seamos patria y respiremos todos sus ideales, será imposible inventarla, amarla y venerarla sin pronunciar su nombre. Siempre que alguien pronuncie su nombre, será inevitable recordar a los inventores de utopías que, como gaviotas en el cielo, volaban con sus sueños de patria unida (con la temeridad de los enamorados), hasta que llegó la muerte para enviarlos a la eternidad, a la gloria donde habitan los que vivieron en el ejemplo, en la firme lealtad a sus sueños.
Y que sigan los pragmáticos burlándose de los poetas, de los bohemios, de los locos, de los soñadores, de los utópicos, de la santa poesía; de la ciudadanía que cada día intenta reconciliarse con una patria, por sobrevivir con cierto grado de dignidad, sin ceder un paso a la memoria histórica
Lo explicaba mejor el poeta de la vida y el amor, don Mario Benedetti:
No te rindas
No te rindas, aún estás a tiempo
de alcanzar y comenzar de nuevo,
Aceptar tus sombras,
Enterrar tus miedos,
Liberar el lastre,
Retomar el vuelo.
No te rindas que la vida es eso.
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