En el norte verde hace frío. No estoy acostumbrado al frío. En el norte verde he sentido frío. Sin embargo, merece la pena, porque el amanecer llena de colores la madrugada mientras el trillo gira en la era relajando los sentidos. La mañana asoma discreta trasformando mi propio ser en una semana de dudas.
Necesitaba descansar, pero también transitar por un pasado de dudas. Algo se quedó en el olvido y tenía que revivirlo. Peregrinos del Camino de Santiago me adelantaban sin pausa. Yo iba a lo mío, no tenía prisa; ellos sabían el camino: yo buscaba los parámetros para determinar el mío. Yo necesitaba tranquilidad.
Cuando se hace confuso el pasado se llena el presente de preguntas. Pero yo nunca nadé en el fango. Las dudas son capaces de cambiar las apariencias y transformarnos en caminantes sin camino. Me cuentan que muchos han caído por el camino y que otros se fueron en busca de mejor fortuna. El norte verde no brota tan verde. El norte verde en poco se distingue del sur seco. El desaliento, la desilusión, el desamparo... Camino como si hubiera respuestas escondidas entre los zarzales. Pero no puedo dejarme embaucar por ese extraño personaje, demente personaje hecho materia con capacidad de transformar mi universo. Quizá debiera transfigurar mi entorno.
Aquel estadio no pudo aclararme las dudas: solo el tiempo prudente puede. El tiempo que me transforma en caballero de triste figura, caballero que, luego de combatir en mil batallas de aparente aniquilamiento, solo tiene dudas. Y vuelta a empezar. La particularidad de un instante se presenta desafiante y es entonces cuando la oportunidad de hacer introspección me permite desentrañar la fuerza interior y pasar de la indiferencia mortal. Pasar de la sombra a la luz, de la duda a la certeza.
Cuando se hace confuso el pasado se llena el presente de preguntas. Pero yo nunca nadé en el fango. Las dudas son capaces de cambiar las apariencias y transformarnos en caminantes sin camino. Me cuentan que muchos han caído por el camino y que otros se fueron en busca de mejor fortuna. El norte verde no brota tan verde. El norte verde en poco se distingue del sur seco. El desaliento, la desilusión, el desamparo... Camino como si hubiera respuestas escondidas entre los zarzales. Pero no puedo dejarme embaucar por ese extraño personaje, demente personaje hecho materia con capacidad de transformar mi universo. Quizá debiera transfigurar mi entorno.
Aquel estadio no pudo aclararme las dudas: solo el tiempo prudente puede. El tiempo que me transforma en caballero de triste figura, caballero que, luego de combatir en mil batallas de aparente aniquilamiento, solo tiene dudas. Y vuelta a empezar. La particularidad de un instante se presenta desafiante y es entonces cuando la oportunidad de hacer introspección me permite desentrañar la fuerza interior y pasar de la indiferencia mortal. Pasar de la sombra a la luz, de la duda a la certeza.
Estamos llamados a construir un camino cuyo nivel superior es la libertad. Así, mejor sacudirnos cuanto antes el polvo y empezar a caminar para unir nuestra verdad en el gozo. Y volar sobre los valles, las montañas, y aquel río. Pasar de ser estanque a río caudaloso cuya margen derecha llena de vida nos toca por derecho. Estamos llamados a ser río caudaloso desde la misma soledad del silencio. Y a medida que nos transformamos llenamos de luz nuestras dudas. Yo te vi libre en aquel remanso de paz. Amor.
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