martes, 11 de febrero de 2025

De visita a Valencia.

Ayer mi esposa y yo fuimos de visita a Valencia. ¡Qué!. Como si en Valencia ocurrieran inundaciones provocadas por lluvias torrenciales y las familias estuvieran pordioseando después de meses esperando por las ayudas prometidas... mi niña... mi niña... Gracias a la Mare de Déu dels Desamparats Mazón lo tiene controlado. No sé yo si no estuviera esa Mare de Déu en su cotidiano quehacer... Y el general rehabilitador y Pérez Ayuso con sus oraciones. Fuimos de visita a Valencia y no fueron a recibirnos a la estación, y eso que mi esposa había hablado con el alcalde del Pueblo de Patricia para que organizara con los nuestros un recibimiento exclusivo, como mi esposa y yo merecemos, con gente importante, ya me entienden. Quizás al alcalde como aquí, no le hacen caso allí, pero eso no lo sé. Sé que fuimos a Valencia y no fueron a recibirnos a la estación (joder, me ofendió que en Valencia no supieran apreciar nuestro exclusivo encanto). Incluso saludé al factor y no respondió. Qué poca vergüenza. (Y dale). Y al interventor le saqué la lengua a modo de desprecio. (Y sigue). Entonces me di cuenta de que tanta indiferencia solo podía responder a una ceguera generalizada, o vivían al margen de la realidad. (Conclusión: los teléfonos móviles deben prohibirse o venderlos como repelentes de moscas y de visitantes del Pueblo de Patricia). Gracias.

2 comentarios:

  1. que curioso viaje...
    y aquella sintomatología también se da acá, hemos sido abducidos por esas pantallitas...

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  2. Cierto, Carlos, el mundo está abducido por esas pantallitas que dices. Gracias.

    Salud.

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