El rencor es un boomerang. No soy un espíritu buenista que piense que hay que perdonar todo y olvidar lo más posible cuando te topas con gente que hace todo lo posible por fastidiarte, vilipendiarte, lastimarte. A ti o las personas queridas y tantas veces desprotegidas. Ni hablar: hay que tener presente si es justo y necesario el daño que te hicieron a sabiendas de que lo hacían, no por error o inconsciencia, o por simples jugadas mal dadas en el tablero de las coincidencias, de las que nadie está a salvo a lo largo de la existencia, siempre tan insistente a la hora de poner a prueba nuestra capacidad de comprensión y la habilidad de mantener la conciencia lo menos contaminada posible. Se debe mantener en sitio seguro la libreta de los agravios malvados y de las injerencias tóxicas cuando por la otra parte no hubo señal de arrepentimiento o intención de reparar destrozos, pero eso no significa que esa libreta de precauciones y recuerdos deba estar siempre abierta reclamando la atención y que se convierta en un manual de instrucciones para buscar venganzas o devolución de bofetadas. Dedicar tiempo y energía a las maniobras de réplica y contraataque se convierte tarde o temprano en una apuesta segura por la bancarrota de la memoria, que funciona más y mejor cuando la recorremos a la caza y lectura de momentos que sí valió la pena vivir, de encuentros o reencuentros que nos hicieron detectar en mayor o menor medida un sentido a la vida, sobre todo cuando vamos o venimos en viajes de zozobra. El rencor solo es útil para quien hizo todo lo posible por tiznarnos el presente con las cenizas de esos sentimientos que terminan pudriéndose en quienes los ponen en la fragua de las vilezas. ¿Por qué? (Tino Pertierra). La advertencia de Tino Pertierra sigue, pero ya sin interés para el caso.
El rencor es un boomerang, pero no lo sabían, lo lanzaron y enseguida fueron a celebrarlo en vez esperar si habían dado en el objetivo. Ciegos de venganza -probes-, le dieron por muerto y bebieron sidra y cantaron Asturias Patria Querida hasta que el boomerang de vuelta, como se pueden imaginar, les rebanó la cabeza. En fin, creo que nadie los echará en falta. Gracias.
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