En momentos ocasionales, motivados quizá por un quítate tú pa´poneme yo que tengo las de ganar, sacamos lo peor de nosotros. Craso error: con las de ganar (o no), no vale la pena vestirse como gentes de lastimoso aspecto, y sobre todo obrar como ellos, ay. ¿Y cómo pedimos perdón sabiendo como sabemos que no obramos de manera correcta y el perdón hay que merecerlo? Y otra que tal baila: ¿después de subirnos al carro y en marcha cómo bajamos? Pues hay que bajarse y pedir perdón. Sin embargo, nadie merece el desprecio por ser incapaz de controlar sus emociones. Lo prudente es callar (nunca se sabe) y contar hasta una y mil veces para contener nuestros instintos primarios. No digo reprimir nuestras emociones, todos tenemos emociones, digo que, ante un contexto de injuriosas palabras mejor callar y tomar conciencia de que no podemos comportarnos como si no tuviéramos cerebro. Lo peor que le podemos hacer a una relación es entregarle nuestras emociones (la indignación es una emoción nociva para la salud). Lo dije arriba, lo repito abajo: lo prudente es callar y contar hasta una y mil veces para contener nuestros instintos primarios. "Cuando tan torpe la razón se halla, mejor habla, señor, quien mejor calla". (Pedro Calderón De La Barca). Gracias.
Gran reflexión ...
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