jueves, 6 de julio de 2017

¿Y ahora qué?

Mi mente absurda me juega malas pasada y, tal como si fuera ayer, me trae recuerdos casi olvidados... A veces me olvido de ir a por el pan y otras me olvido quien soy. Yo quiero vivir el presente y capear el temporal y donde las dan las toman. No siempre se pierde, aunque he de confesar que en los años altos de la vida prefiero perder que ganar.

Porque en un verbo cabe un solo silencio, una sola palabra, una sola tristeza, un solo reproche. (No te vayas, amor). En una vida, si mi mente absurda le da por ahí, se me amontona los recuerdos y me ataranta: los buenos y los malos recuerdos, la familia, y los niños primero. La vecindad, sin acritud, importa menos. Vitorín cantaba: "Tengo cansada el alma de hacer tiempo". El tiempo pasa inexorablemente, vaya si pasa. El amor de dos puede no ser para siempre, el amor de uno sí. El amor de uno si es amor de padre es para siempre. ¿Cómo es posible? En el amor uno gana y otro pierde. (No te vayas, amor). Parece mentira. Unos creen en Dios y otros creemos en una Carmen hermosa. Parece lo que parece y uno siente lo que siente. Ante el altar unos y ante una cámara mortuoria otros, ante la santa poesía los que aman sin complejos, cada cual rumia su pena. Ojalá y que nunca llegue a ofender de palabra a quien quiero. Y si ofendo, con los humildes en el corazón, sepa merecer el perdón. Y me perdone. (No te vayas, amor).

Porque cada cual se honre y honre a los demás y haga de su vida un envejecer armonioso con la gente que le quiere y quiera, y por qué no, los que pasaron de soslayo por su vida: hermanos todos primos ninguno. Porque la lucha por la razón dure lo que dure un suspiro. (No te vayas, amor). Que las desventajas sean ventajas. Que allí, en ese rincón del alma donde el subconsciente controla el consciente, tomemos las decisiones importantes que tantas veces si no por uno por otro, las disculpas y los malentendidos nos llevan a tomar el camino del medio. Por los momentos tensos pero razonables, por el amor, y ante la duda, volver la vista atrás y mirar si antes de la posverdad hubo tiempo para la verdad. Después de tantos gritos silenciados en Les Seniaes, clausurado por obras los atajos y con el credo en la boca pierdo el camino de vuelta a casa. No sé quién soy: creo que no volveré a saber quién soy. (No te vayas, amor). ¿Y ahora qué? Gracias.

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