lunes, 10 de julio de 2017

Lección de vida sana.

Antes de que amanezca, me siento en la obligación de decir que sigo vivo y que todas las verdades que escribo son ciertas. Que hoy lunes será un día especial que cambiará los pensares de quien vive exclusivamente para su trabajo. Una mujer se mirará al espejo, se asustará de lo que ven mis ojos, dirá basta y cambiará el ritmo de su vida. La mitad de las horas del día solo estará para ella y la otra mitad para el trabajo y lo que se atraviese, incluido el amor.

Hoy ya amaneció con una lección de vida sana bajo el brazo. En los años altos sabemos que la vida nos enseña pero después de tantos años vividos para qué más. Sabemos más de lo que queremos saber. En los años altos añoramos los asuntos inaplazables porque con ellos éramos útiles y necesarios y patatán y ya no. Todo mentira. Una lección de vida sana no se debe dejar escapar se tenga diez o cien años. Y no sabemos demasiado, ni sabemos lo suficiente.

Hoy lunes, una mujer, después de un fin de semana de borrachera, ha visto amanecer un día con una lección de vida sana bajo el brazo y ha decidido aprender porque ya no es ni su sombra. Esa lección de vida es enseñanza vital que propone un cambio radical en su vida. Sus hábitos son nocivos para la salud, la salud, relajar el ritmo de sus asuntos inaplazables, estar sin dejar de estar con todas sus neuronas, esas células eléctricas que llevan a mal traer a gentes torpes de entendederas. Ansiedad, somatizar el cuerpo con saña. La lección de hoy lunes y la de otro día y otro más, tantos como el encargado de anotar el nombre de los que amanecerán mañana nos quiera regalar se debe aprender.

A partir de hoy lunes meditará cada paso. Y empezará por soñar el paso que dará al salir de casa para no equivocar el camino; el camino ha de ser tibio, y la acercará a un lugar sereno aunque no tenga destino. Un camino sin destino si es allí donde la llevan sus sueños. Y no la vencerá la pereza ni la modorra. Necesita imperiosamente dar un vuelco a su vida, andar otros caminos porque si no anda otros caminos se muere. Vivirá de manera más saludable: comerá todos los días y cuando toca; dormirá las horas necesarias, ni más ni menos. Disfrutará de la familia, porque se le ha olvidado que la familia es la familia y no los compañeros de trabajo. Recordará que siempre tuvo un brazo pegado a un hombro para lo bueno y para lo malo, y le recordarán, pues estuvo ausente, no actualizó el sentir familiar, aunque no dejó de quererlos ni perdió el tren en Navidad, que nunca estará sola. Es joven y le quedan lecciones de vida sana por aprender. Y camino por andar. Y sueños por cumplir. Y tal vez, ser coherente con la gente que más la quiere... Y ya me callo. Gracias.

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