Ayer te vi apoyada al buzón de correos, te vi parlanchina, como siempre: parecías feliz. Curioso que te miro y te vea tomando café apoyada
al buzón de correos, pareciese que tienes poca faena, o coincide porque salgo poco de casa. Es bueno, ese trabajo embrutece. Te vi de buena mañana cuando fui a la panadería, por cierto (no me hagas
mucho caso, que los rumores no alcanzan el grado de veracidad
necesario para convenir una verdad, aunque de tanto dale que dale y
dale algo queda. De eso sabes tú más que yo. De eso y de todo lo
demás, como Rajoy: "todo es mentira menos lo que dicen que
es verdad"), oí a dos hablar acerca de una convocatoria para
estafeta de correos. Sería una gracia que te presentaras y aprobaras
y abrieras una estafeta de correos justo donde está el buzón
de correos. Como en casa, ¿verdad? No miento, y si miento es por boca de
dos en la panadería. Desde luego sería una gracia, además de una suerte trabajar en lo que más te gusta. Perdona, deduzco que te gusta porque siempre que te miro y veo estás en el mismo lugar y con la misma gente tomando café, como si no tuvieras otra cosa que hacer. Que igual no.
Si comiera pan cada día (el pan, como la vida sedentaria engorda), no tendría problemas para escribir sin inspiración. Lo digo porque justo ayer, una joven me paró para decirme (es una joven de fuente fidedigna, no panadera), que una mosca cojonera te zumba en los oídos. Cosa mala que una mosca cojonera te zumbe en los oídos. También a mí me zumba en los oídos, y no una mosca cojonera sino un tren de cercanías, con decirte que duermo con dos transistores pegados a las orejas. Bromas aparte, no me negarás que lo nuestro dura demasiado, demasiado poco duró lo bueno y demasiado mucho está durando lo malo. Y deja de ofrecerme como ofrece tu fe religiosa la salvación si me muero y el sufrimiento si vivo. A este mundo no venimos a sufrir. Pero eso ya lo sabes, aunque no hagas nada por evitarlo.
Mujer: Ya te vale de mirarme de soslayo, de cambiar tus caderas de acera cuando me ves, de quererme como yo te quiero y morderte la lengua. Mujer: Ya te vale de llevarte mal conmigo como si siempre nos hubiéramos llevado mal. Y mujer: No digo que haces mal cuando actúas contra tu voluntad porque yo de política no entiendo, pero sí digo que actúas mal, o rematadamente mal, cuando lo haces contra la
quintaesencia del amor. Gracias.
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