Supongo que si le pido a María, la Magdalena, que confunda mi mente
absurda más y mis sentimientos atarantados los confunda más también. Supongo que si María, la Magdalena, quisiera, no me estaría echando a
perder. De seguir en este plan, permitiré a la dama
que no me deja ir que ponga remedio a este sinvivir con
potingues, además, no me queda tan mal esta cara de idiota. No sabría elegir. Qué bueno sería si no necesitara tener respuesta para
todo, que las cosas fueran como son y no le diera más vueltas. Qué
bueno sería que la inspiración llegara con el nuevo día y si no me interesa no despertar hasta que otro día me interese. Qué bueno sería poder expresar mis
sentimientos desde el mismo lugar que el amor me dejó por si pudiera
abrazar el mismo recuerdo, otro no, ni de otro. Yo me aguanto,
por eso, sería de justicia que se aguantaran los demás. Joder, dona, para qué sirve el perdón sin merecerlo. Para qué el castigo. Para qué sirve el amor si hay que rogar por él. Igual que las mariposas buscan de las flores
sus adentros yo busco la mirada que fue mía para enseñarla a mirar hacia abajo. No quiero reparación, quiero lo mío si sigue
siendo mío, si ya no lo es lucharé para que vuelva con todas mis fuerzas, pero no se irá de mí ni permitiré que sea mío, solo mío. Estás palabras no serán del agrado de alguien que quiere del amor la exclusividad. Qué poco me conoce y que poco sabe de lo que soy capaz de hacer por amor. No logrará con su martingala alejar el amor y su poesía de mí.
Soy hombre, soy padre y una mujer es madre. Somos lo que siempre fuimos, antes
de que naciera ya éramos lo que somos. Ante los hijos yo me muerdo la lengua con o sin
razón, pero escribo el día que me gusta vivir, y las cosas que están mal siguen mal si no se arreglan. Antes quería, yo siempre quiero, ahora quiero que me quiera quien me quiso si ya no me quiere. Pronto sabrá, yo me encargo, que se puede amar a
una y otra persona sin dejar de amar a quien se amó. Dicen que hay un solo amor verdadero, yo digo que hay cientos de amores. Unos mejores que otros, amores en todo caso: de alguna manera hay que llamarlos. (Otro día hablaremos de amores de conveniencia). Gracias.
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