Quienes saben aseguran que para perdonar hay que merecerlo, y después pedir perdón. Perdonar siempre, y, sobre todo, si hablamos de amor: En el amor nunca hay culpables. Si hablamos de amor nunca hay culpables. Aunque otro amor propicie desamor. El juego se llama amor y unas veces si gana y otras se pierde: como en la vida. Si merece la pena perder será por defender una causa justa y el amor de todas las causas posibles es superior. A pesar de saber, como se sabe, que por amor ya no se muere ni en Teruel. (Aún está por averiguar si Teruel existe). Alguien que no le ha tocado el amor ni de soslayo tal vez diría que si de perder se trata ni en el amor. Cuando se ama hasta las trancas no hay vida que valga, no hay ganar y perder, no hay amor fallido ni otros versos. Quien ama por amor y resulta amor fallido, ponderados los horrores cometidos, razonamientos triviales, disculpas y otras lamentaciones, solo el amor da sentido a la vida, por lo tanto y en virtud de la experiencia adquirida, vuelta a empezar. En el
amor no hay culpables y ya vale de cantar tristezas. Que el olvido se lleve lo feo y se quede lo hermoso hasta que escampe un nuevo o viejo amor. Nunca es tarde para el amor (aunque haya quien prefiera la desmemoria contra el olvido para que no vuelva). Si no fuera cierto o estuviera equivocado recomiendo: "El futuro fue ayer", de
Torcuato Luca de Tena.
Aflicciones las justas: el futuro no sé cuando será y si vendrá de la mano del porvenir con todas las promesa rotas o por cumplir, pero no fue ayer: El futuro no fue ayer porque cualquier tiempo pasado fue peor. Amor: no permitas que una derrota te derrote. Amanecerá otro día, no mires atrás: la decisión es tuya. Ojalá y que te vaya bonito. Gracias.
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