lunes, 17 de julio de 2017

¿Por qué a mí?

No soy mala gente, los amigos que me conocen darían fe de lo que digo si no estuvieran muertos; los amigos, si lo son de verdad siempre se van los primero. Joder, dona, me repito demasiado, escaso de imaginación, si las noticias que me llegan a borbotones no cesan daré en loco. Todo son malas noticias. Ni María Magdalena ni amor por qué te fuiste. De la crisis económica a la depresión mayor pasando por el desamor. Tal vez debiera soñar con la muerte.

A esas personas que les importa un carajo los sentimientos de la colindancia, que se miran al espejo y no pasan los años por ellas. A esas personas tan estupendas les digo que se vayan con viento fresco y que me dejen vivir en paz. Si yo a ellas no les canto ni la parrala sí ni la parrala no, por qué ellas a mí me cantan sus desgracias. Además, si no me importan ellas menos me importan sus desgracias. Pero qué ganan haciéndome daño y derramando lágrimas de cocodrilo en la alfombra. Me están echando la alfombra a perder con lo que cuesta la tintorería. Si al menos fueran a derramar sus lágrimas de cocodrilo al río con los otros cocodrilos y no a mí casa. Vienen a mi casa como verdaderas plañideras para que les compre una verdad, como si una verdad arreglara el suicidio colectivo que les espera a poco que se conozcan las últimas encuestas. ¿Verdad que no se imaginaban que hablaba de política? Ni yo. (De momento oigo una voz lejana y solo puedo callar, pero algo está cociendo a una ebullición excesiva y está a punto de estallar). Gracias.

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