miércoles, 19 de julio de 2017

Dello con dello.

Hoy, en la noche desvelada, he decidido, porque no hay manera, mudarme a Les Seniaes. De un tiempo a esta parte las cosas no me van bien y mi compañía es toxica. Mejor estar donde nadie me ve. La salud me acompaña, de salud bien, gracias. De otra manera, y hablo de amor, mal o rematadamente mal: es el motivo por el cual hago la mudanza. No estaré mejor que en casa, pero nadie verá mi rostro desencajado. Reposaré mi cuerpo en la misma piedra donde Eugenio me enseñaba su sabiduría de vida sana por si en un descuido algo queda alrededor: necesito saber por qué si di todo por amor me encuentro en este disloque desesperado. Veré, si se deja, de las flores la más bella, la violeta discreta que me prometió cumplir un deseo para que lo salde mejor hoy que mañana. Y dirigiré la mirada al cielo sin rencor, vislumbraré la luna y recordaré que dona murió sin conseguir levantarle la falda. Joder, dona, esto no es vida ni nada que se le parezca, no puedo seguir así, ni escribir en estas condiciones, he de intentar resurgir, aprender de mis horrores porque no levanto cabeza. No me siento capaz de hacer bien las cosas, tan siquiera permito matizarlas a quienes de buena fe se acercan a mí. No soy yo ni mi sombra. Después de haber tramado miles de excusas que no alcanzaron su propósito, atragantada mi voz pero con pose creíble a la razón para no contrariar la experiencia, no sé cómo puedo sentir en mis adentros esta situación de ausencia sin haberme ido. Compactado en llanto sin ser capaz de despertar del mismo sueño un día y otro más esperando tal vez un amanecer diferente, hasta mi nombre solloza.

Cuando vivir pasa a ser oficio, un oficio de atención al teléfono que no suena, y si no suena no suena, ya los muertos hacen cola para entrar en el cielo. Después de tantas esperanzas entregadas, tantos versos rendidos, cancelados los sueños más hermosos, desquiciada la nostalgia al ver tanta memoria esparcida por el suelo. Después de tanto... Lo peor del amor es cuando se va sin decir adiós pero algo queda. Y mientras, la cuerda sigue subiendo y el ataúd sigue bajando. Gracias.

3 comentarios:

  1. ¿Y todo lo que viviste, aprendiste y mejoraste desde aquellos años cuando mal tecleabamos con Tino? Se llama poso vital, y eso queda por encima de la "depre" pasajera, de los disgustillos cotidianos e incluso del amor que siempre vuelve.

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  2. Joder, sigues ahí... Me anima tu presencia: Escritor de reconocido talento. Gracias.

    Salud.

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