Sépalo quien no lo sepa porque hay que saberlo. Un beso contiene todo lo existente y puede encerrar la más larga historia de amor resumida en el tenue roce de unos labios sedientos de ternura. De cuando en vez un beso transmite esa inquietud deducida de un mensaje incomprensible. Un beso no explica la momentánea seguridad digna de salvar las prisas y evocarlo cuando los labios donadores... "mi silencio acuña tu silencio". Los besos encierran el deseo y enmudecen la palabra. Quien recibió un beso de amor, o lo esperó al véspero insomne de soledades... "tal vez ahora, hace un rato, deja que te lo cuente". La poesía por medio de la palabra en prosa manifiesta: ella, presa de un torturador sentimiento, pero sin despreciar el amor; él, se alejó para seguir siendo de un beso digno, quizás el primer depositario de sus besos... "y tú ni te das cuenta, todavía". Temen enfrentar los besos que inicien el arte capaz de trascender al sencillo afecto y quemar en la hoguera de las pasiones el compartido desenfreno de lo inevitable. El pecado evitó un gran amor. Fueron dos quienes precedieron al platónico flirteo que existe donde el corazón insiste. Un beso acabó siendo la primera víctima de un enredo. El beso que no damos. Gracias.
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