sábado, 3 de diciembre de 2016

Una mentira lleva a otra.

"El paro sube en noviembre con 24.841 personas". Agencias.

"Cada vez que nos permitimos decir una falsedad, nuestro cerebro se hace insensible a las emociones negativas que genera la falta de sinceridad". (Nature Neuroscience). Solo la neurociencia explica por qué una mentira lleva a otra.

"El peor ciego es el que no quiere ver". Y si uno no quiere ver es ciego. Ceguera autoimpuesta. Un dedo es suficiente para tapar el sol. ¿Y si uno tergiversa una verdad sin valorar las consecuencias? La ambición, el miedo. Una mentira recorre la noche desvelada... "Tócala otra vez, Sam". Este puede ser el comienzo de una hermosa amistad.

Viene de ayer: Una promesa echó andar y al día siguiente el rencor habló por los codos... Una mentira según el caso, el momento y las circunstancias, puede provocar odio en una persona si ésta, temerosa de su necesidad, no ve más allá de lo que considera erróneamente su salvación. ¿Hasta dónde está dispuesta a llegar una persona por un puesto de trabajo hoy en día? Desear lo peor a quien lo tiene. -¡Sí, eso!. -No cariño, eso no. -¡Que cierren la empresa, pues!. -No cariño, eso no. Falso de toda falsedad, a veces no tenemos en cuenta el daño que provocamos a los indefensos. Interesados en salvar nuestros "honorables" estamos dispuestos a ganar el cielo pactando con el maligno.

Hay personas que mienten pero no engañan porque el deterioro de su sonrisa las delata. Por cierto, a esta surrealista falsedad le vendría bien, por ejemplo, un barco a la deriva que no quiera ver el faro. (Aquél que la obra empezó, haría bien en completarla, y volver al amor que tanto desea. Si es verdad que lo desea). Gracias... (de nada).

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