jueves, 22 de diciembre de 2016

La duda queda.

En democracia,
la política de buen gobierno debe responder a las demandas de la sociedad y garantizar los derechos fundamentales. Cuando menos, no perder lo que tenemos. Y cuidar el Erario. Y cuidarse uno mismo. Y porque estoy que me vomito: las falsedades y los insultos en determinadas coyunturas, coinciden con politiquerías de políticos -si así se les puede llamar-, acostumbrados a comprar voluntades donde el chantaje es su arma preferida. Y sí, juegan a dos bandas.
 
En un lugar situado en el camino que recorre el sol cada madrugada, cualquiera puede lanzar al viento falsedades y la duda queda. No se convertirá en verdad, no, pero la duda queda. La cuestión es esa. Y puede ser para bien o para mal. Quiero decir que si se ha de morir, hay quien prefiere morir matando. Y morirá, si matando no sé. Y morirá en un lugar cercano al estercolero donde anidan los caídos por la patria. Bueno es saber que nada es para siempre; bueno es recordarlo de cuando en vez para que no se olvide, que no se olvide, no: para que no me olvides. Una verdad que no admite duda, es que se cosecha lo que se siembra, independientemente de quien haya elegido el grano.

La ignominia de un político erró el tiro. Pero antes debo decir que empezó transitando por el camino de la aceptación popular. Se pudiera decir que creía firmemente que para hacer política están los políticos y no la ciudadanía. Y se tiró a la piscina de la política sin pagar el precio del peaje por el tiempo. El tiempo pasa factura. La política somos todas y todos, ciudadanos de un mismo país. Sea bienvenido, esto es el infierno y aquí todo es nauseabundo. Bienvenido pues, y procure estrujar los días mientras siga subiendo en los sondeos, incluso más que los de sus adversarios.
 
Y ahora queda saber si morirá matando y a quién. O morirá agradecido pidiendo perdón. O simplemente muriendo para mayor deshonor. La ciudadanía es responsable y obra si tiene información a su alcance. Es responsable, tengo pruebas. Que las falsedades y los insultos no queden impunes. Que ningún ciudadano renuncie a la verdad que hace libre. Falta vocación de servicio y función social, y sobra lo demás que va siendo demasiado. Gracias... (de nada).

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