sábado, 17 de diciembre de 2016

Las falsedades duran poco.

Ayer fue viernes y llovía, pero dejó de llover y pude ir al mercado a comprar una buena disculpa que necesitaba para justificar una prórroga y dilatar en el tiempo un compromiso adquirido... En el mercado hay a elegir; en el mercado de los viernes hay de todo, como en las boticas de antes sin receta médica. Había incluso una parada de las falsedades a Euro; ojo, esto ha de quedar en de soslayo porque estas falsedades están penadas por la ley: se venden copias de canciones de gran éxito; particularmente me chiflan las milongas argentinas de ritmo apagado y tono nostálgico, y los boleros españoles de tierno corazón y movimiento majestuoso. Paré en la parada de las falsedades y a poco más me olvido de la disculpa que iba a comprar, por no decir que también empezaba a llover sobre mojado...

Hoy, sábado de fieles solo los difuntos, vuelvo a dar de qué hablar porque sino Rajoy, sus amigos los empresarios y los aledaños. Añado los aledaños a Rajoy y sus amigos los empresarios, porque los grandes empresarios, gobierne quien gobierne, siempre tuvieron una vena coronaria cercana a la explotación, pero los aledaños que crecieron en la demagogia del poder con halagos son mucho peor porque generaron esperanza en el ánimo de la ciudadanía... eran familiares, amigos y amigas; recuerdo una amiga que tuve o soñé tener y acabó siendo la mayor de las decepciones, cambió sus caderas de acera y si te vi no me acuerdo: la crónica de amor que nunca llegó a ser. Si las izquierdas se unieran, ya sé que no, pero si se unieran... Ilusos, y para qué queremos que se unan las izquierdas si ya Rajoy y sus amigos los empresarios y los aledaños gobiernan el país a las mil maravillas con la conciencia tranquila, los cuentos chinos y bla, bla, bla. Qué bueno sería tomar cartas en el asunto y poner sobre el tapete las cosas claras para aplicar las medidas pertinentes. Se trata de resolver los problemas antes de que se cronifiquen y sea peor el remedio que la enfermedad. O no tengan remedio. Se trata de resolver el sagrado cumplimiento del deber en la mayor brevedad.

Lamento confesar que no pueden tomarme en serio porque soy mucho de ir a gritar a Les Seniaes y tirarme al monte antes de ir al psiquiatra. Ocurre antes de desbaratarme por completo y ahora estoy para que me encierren. Con esto queda dicho, y sin embargo, ¿alguien sabe y me quiere decir qué fue de la palabra dada? ¿Dónde y cuándo apareció la ingratitud que bloquea los sentimientos del corazón? ¿Qué de aquel amor que se pagaba con amor? Y sobre todo, ¿alguien sabe qué carajo pinto yo en este entierro si el muerto no está muerto ni tomando cañas? El asunto va para largo y parece no tener fin. Mientras, se está creando un conjuro contra mi persona con insultos que ya le gustaría al señor Monedero para la cafetería del Congreso de los Diputados. Hay personas que, de falsas, pasarían por ser una copia exacta de sí mismas. De un fracaso anunciado una lección aprendida. Gracias... (de nada).

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