martes, 23 de diciembre de 2025

No te veo bien.

No te veo bien. Nada gano con mentir, ni pierdo, me es indiferente. Sus asuntos inaplazables que hiciste tuyos, sin pensar lo que hacías ni donde te metías, culpables, a pesar de que llegaron a tus oídos datos de suma gravedad. Las cosas por aquel entonces estaban mal. Te advertí qué ocurría y no me creíste, creíste a todos menos a mí por ser de parte de padre, incluyo al "listillo" de la clase cuando dijo que saldría a "coste cero", un regalo para facilitar el plan de cuentas y cuando te llegara el futuro de puertas cerradas: te puedo asegurar que una de esas puertas en un momento inesperado se abrirá porque será el acceso a la reconciliación. "No te fallaré". ¿Recuerdas? No te veo bien, pero no por la calle, por la calle no te veo -qué raro-, te veo mal en las redes, y en tu despacho te presiento a grito herido. No estás en este mundo, desde aquella estás ausente. Tendrías que haber llevado a "la que no debe ser nombrada" a la fiscalía y que entrara un mar en Les Seniaes, o feneciera la falsedad contable por estar ocho años tomando el sol vuelta y vuelta en la playa. Y ahora pon atención: tu tratamiento es de "Señor", si te hace feliz vale "Ilustre", pero "Excelencia"; por favor, no hagas tarjetas de visita que se reirán de ti. Gracias.

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