domingo, 27 de diciembre de 2015

De ayer a hoy te quiero amor.

Si ayer eran los necesarios gastos superfluos, hoy trato de alcanzar la paz del alma en aras de vivir sano sin pastillitas de mil colores. (Entiéndase pastillitas de mil colores las que me prescribe la dama que no me deja ir a puñados). Creo cierto haber llegado a una conclusión: todo pasa por la inteligencia emocional que tiene que ver con las personas y su capacidad de manejar el bendito amor y la santa poesía: te quiero, amor. Amarnos unos a otras. Y viceversa. Amarnos unos a otros como Dios nos ha amado. Y viceversa. Cada cual con su pareja, que viene a ser lo mismo pero ni de lejos como ordena la santa madre iglesia de Roma. Ya nos vale de tanto cura y tanto fraile. El bendito amor siempre libre. Y si acompaña la santa poesía, entonces.... El beso tibio de una idea, el sentimiento volátil que emana del corazón. En de soslayo siempre es primavera y las mariposas siguen volando... en esta noche tan larga, en este adiós tan imposible. De ayer a hoy te quiero amor.

A veces quiero morir ya y otras veces esperar a que me llegue la hora. Dónde mejor que aquí, pienso, lo malo conocido que se dice y hace tanto daño. De viejo a todo se acostumbra uno, y sobre todo después de Ian. Pido disculpas si peco de pesado con Ian de paseo por Les Seniaes, pero es mi primer nieto y es clavado a mí en lo guapo. Algunas, por hacer daño dicen que se da un aire a no sé quién de no sé dónde, pero eso si les parece lo dejamos para otro de soslayo. Que igual ni interesa. No se lo creerán (y harían bien): si hoy se me antojara (los viejos como las preñadas Marías antojitos) darme de baja otra vez en el PP, igual me lo pensaba con más tiempo. Si Ian se parece a mí en lo guapo mejor dejar las cosas como están de momento. Luego ya veremos qué hacemos para seguir amándonos.  

Un domingo de ir a misa y decir la verdad, y yo tratando de llegar a acuerdos con la inteligencia emocional y la tontería de un abuelo satisfecho. Igual por mucho que se prolonguen las vías de solución nunca llegan a encontrarse. Mejor lo dejo y voy a misa. Y luego al casino, de un tiempo a esta parte tengo verdadero interés por saber si sigue en la pared la gallina con el yugo y las flechas. Qué tiempos, ay. Saben qué, mejor vivir de aquí en adelante. Sin olvidar a los muertos enterrados en las cunetas... de los vivos depende que siga existiendo su legado en nuestros corazones. Recuerden. Es todo por hoy. O no. Veremos. Muchas gracias. Se les quiere.

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