Con Ian por les Seniaes me acabo de encontrar con María, la Magdalena. Me dio la espalda. Prometo que es la primera vez que me da la espalda. Estaba cabizbaja, triste, como cuando el viento viene de cara y las violetas se ocultan bajo la yerba. Le pregunté qué le ocurría y me contestó con la misma pregunta. (Yo no sé de ella pero ella sí sabe de mí). Otras veces le pregunto y me explica con palabras claras que entiendo, luego nos reímos, casi nunca las cosas son como las imagino. Recuerdo que un día lloramos. Y entre nubes se elevó al cielo... Apenas me dio tiempo para decirle que no me abandonara.
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