jueves, 17 de diciembre de 2015

Exordio.

Vengo del centro de salud: un análisis de sangre sin más. Muchas gracias. Y el más joven yo. Quien no se conforma es porque no quiere. En frente del centro de salud hay un bar y estaba abarrotado de gente muy animada. Oiga usted, esta vida no es tan triste como a veces nos parece, ni rutinaria (hoy no es ayer). Es cierto que los asuntos inaplazables nos siguen ocupando la mayor parte del día, dedicamos poco tiempo a los demás y a nosotros mismos. Bueno, y un poco solitaria sí que es, de la vida hablo, de que es un poco triste y solitaria. No sé qué pensarán ustedes...

A primera hora en el centro de salud la enfermera -nada simpática: me hizo mucho daño-, hace analíticas de sangre y ¿quién da la vez al sintrón? Ni idea que es el sintrón, pero había dos. Para la analítica seis. No sé quiénes estábamos mejor de salud si los del bar o los del centro de salud. Nunca se sabe hasta que tocan las campanas del campanario. Qué mal suenan las campanas cuando tocan a muerte. A viejos los que estábamos alli llegamos. Y al menos yo, sin vender mi alma al diablo. A propósito, el puñetazo de ayer a Mariano Rajoy una canallada. Mal asunto no tener más argumentos que el rencor y los puñetazos o las armas. ¡No a la violencia!. Confundidos unos y otras, afligidos por la depresión, aturdidos por la insensatez, indiferentes ante el dolor de los demás, estamos perdiendo la partida. Por el ingenio luminoso capaz de arrancar una sonrisa de soslayo en el rostro de una sociedad cargada de incertidumbre.

Y ahora, como la bruma se ha ido, con Ian me acercaré paseando a Les Seniaes. Ojalá la inspiración se acerque a mi mano y extraiga de mis adentros algo bueno y transformador si queda donde converge el amor y la santa poesía. Sean felices. Se les quiere.

1 comentario: