sábado, 6 de mayo de 2017

Lágrimas de sábado.

Hoy sábado amaneció sin palabras fértiles, y claro, sin palabras incapaces de reproducirse no auguro un sábado con final feliz. Falto de entendederas y escaso de todo lo demás, si me abandonan las palabras fértiles me puedo dar por perdido. Porque las palabras de por sí no son lenguaje sino sonido, y el sonido falto de contenido es incomprensible.

Un sábado sin ideas para escribir es un eco que se pierde en Les Seniaes. Por cierto, hoy lucen tristes Les Seniaes y no sé. Qué no daría por saber qué les ocurre a Les Seniaes y por qué no tengo a mi alcance palabras fértiles.

Si de cuando en vez mi memoria recordara otros amores los anotaría para escribir sobre ellos, en particular uno con ojos decidores. Para escribir al amor hay que ser poeta. Por un amor que recordar. El problema es el silencio. Tal vez alguien en su sano juicio pudiera pensar que todo está escrito y nada nuevo bajo el sol, pero no, ni todo está escrito y queda mucho por aportar, como el Fito, yo, también vengo a ofrecer mi corazón: nada está perdido. A pesar de otros besos, aquella mirada de soslayo siempre será mía. Y su silencio que acabó siendo un tormento. No todo es bueno y malo. La distancia sigue lejana. Ojalá y que mi memoria no se olvide de los buenos recuerdos que aún me quedan: la luna inspiradora permanece bajo el mismo cielo. Mientras me quede una pizca de memoria no permitiré que se mude de mí su risa y su mirada de soslayo. Gracias.

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