jueves, 14 de julio de 2016

Llegó el verano.

Hay noticias que dan aliento al ánimo, que promueven la esperanza, que animan y se tornan en deseos de vivir porque anuncian que, irremediablemente, si algo muere algo nace. Y eso es genial.

Testaferro de los intereses ajenos, exultante como Ian con alpargatas nuevas, qué equivocado estaba, y qué cabeza la mía. Yo venga y dale a la primavera que las mariposas vuelan libres y resulta que llegó el verano: "3 melones manchegos por 5 Euros. El más sabroso melón de piel de sapo, parroquianas. 3 melones 5 Euros". (El melonero). 

Días atrás dije que si me dieran la posibilidad de volver al pasado diría no, y sigo diciendo no; distinto es si volviera a empezar, entonces sería melonero, compraría un carro y un burro y vendería melones manchegos, y mientras vienen las parroquianas, con el altavoz, a joder la siesta a nietos y abuelos. (No existe un melonero en este mundo para el cual el maligno no haya concebido un plan macabro). 

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