lunes, 24 de julio de 2017

¡Que me ahorquen si te entiendo!.

Un borracho o un niño, no le demos vueltas al tema. Hablo de mantener una relación de amor sincero: ni te engañan ni te miran por encima del hombro. Simplemente se debe tener la precaución de que el borracho no se muera de una borrachera y al niño no crezca y se haga adulto (adulto de edad, quiero decir). Lo del borracho es posible, lo del niño imposible. Los niños se hacen adultos forjando su personalidad y la facultad de decidir y ordenar su propia conducta, por lo general al margen del sentido común. Un niño pasa por diferentes fases en la vida, primero no dan un paso sin su padres y después se avergüenzan de ellos. El humano ser es complicado, especialmente los niños cuando dejan de ser niños para ser adultos de edad. Los borrachos no tanto, solo son complicados cuando están cuerdos.

Un hombre, y si digo hombre digo mujer, a poco que se creen autosuficientes (o alguien les diga que lo son), además de estupendos, cultivan el peligroso arte de engañarse y engañar. Mal asunto generar desconfianza en la gente. "La primera vez que me engañes, será culpa tuya. La segunda será culpa mía". (Proverbio árabe). Sin embargo, el amor todo lo puede, lo malo, que el tiempo corre y el reloj no tiene marcha atrás. Hablando de marcha atrás, curioso para lo triste de morir que soy que me venga a la memoria un chiste del genial Gila: resulta que un coche no tenía marcha atrás, no recuerdo ni la marca ni el nombre del coche, solo que no tenía marcha atrás, y si ibas a Sevilla, para volver, tenías que comprar otro coche. Supongo que por aquel entonces los urbanistas no habían inventado las rotondas. De cualquier manera volver siempre fue y será complicado. Y más si te enrocas o te animan a enrocarte.

Las personas, por lo general no cambian, cambian las circunstancias y sí, doblegan su voluntad. Ortega y Gasset, a modo de consejo para quien cultiva la literatura (el literato), dijo: "Uno tiene la obligación de despertar la atención de los desatentos y hostigar la modorra de la conciencia popular con palabras agudas e imágenes tomadas del mismo pueblo para que ninguna simiente quede vana". (Si yo fuera literato capaz de despertar la atención de los desatentos les enseñaría el camino de vuelta a casa para retomar el amor y abrazarse y quererse como siempre y mucho más. Y de venir sin prisa, tomar café y unas pastas de té, o hacer merienda cena y confundir el día con la noche). Gracias.

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