jueves, 23 de marzo de 2017

23 de marzo.

Sí, ya es primavera, y las mariposa vuelan libres y el azahar, ay, el azahar, y el buen tiempo, y sobre todo que puedo volver a pasear con Ian y Patricia por Les Seniaes sin llegar a casa embarrado. Y tertuliar como adultos de nuestras cosas que a veces son solo nuestras. Nuestras cosas. Joder, dona, qué ganas tenía que llegara la primavera.

De un 23 de marzo recuerdo una mala experiencia. ¿Quién me devuelve el sentido hermoso de la vida? De aquella se precipitaron los acontecimientos y al correr de los meses todo sigue igual. La estación más bella del año debiera ayudar a entrar en razón. La primavera es la transición a la excelencia, la mayoría de edad, pero no han aprendido y no puedo permitir alargar por más tiempo la estúpida pataleta infantil. Yo me vomito y ellos cada día son menos: son tan insignificantes que les importa un comino lo que verdaderamente importa, ni con sentencia firme: toman a broma sus obligaciones fundamentales. Siguen firmando papeles oficiales sin dar importancia a su lectura. Las sentencias judiciales se cumplen, de lo contrario, alguien hará que se cumplan. Y entonces no habrá consuelo ni perdón.

En primavera las flores animan a empezar de nuevo, porque volver a empezar cuesta menos. No se puede disfrutar de la vida con la desesperanza adueñándose de los peores tiempos: Sería concluyente para el psique. Todo tiene un límite. La incertidumbre causa desasosiego. Si realmente los ojos son el espejo del alma de una mirada triste denoto cansancio: si se duda se consulta, si se teme lo peor pregúntese a quien sepa pero nunca volver a firmar "la papela" del estropicio sin haber aprendido que no se pueden obviar las obligaciones adquiridas. Sería conveniente no volver al origen del mal, de otra manera, se pudiera perder cuanto menos la credibilidad. Ya no vale los paños calientes. Tanto tiempo transigiendo horrores y cuando parecía que la cosa estaba clara, llevamos dos meses desatendiendo obligaciones: Se cumpla la sentencia. La omisión impropia o la comisión por omisión del deber son delitos penados por la ley y su justicia. Aviso: me devuelven el sentido hermoso de la vida o si volvemos a empezar el día se tornará gris y la noche negra y paranoica. (Si una novela: "El amor en los tiempos del cólera". de Gabriel García Márquez). Gracias... (de nada).

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