martes, 17 de enero de 2017

Somos pobres o muy pobres.

Digo somos pobres y no es noticia a destacar porque ya lo éramos antes de que apareciera Rajoy en nuestras vidas, pero ahora, además, somos pobres de espíritu contradictorio. Somos muy pobres.

No vale la esperanza para todo, no vale la fe cuando el viento viene de cara, vale el amor, vale estar convencido de que hacemos lo correcto, vale la certidumbre de que un amigo cuando menos nos cree. El los años altos los amigos para siempre no cuela. No quedan decepciones para las promesas. Queremos en la medida de lo posible ser dueños de nuestro destino sin preocuparnos del qué dirán y del daño que nos pueden hacer por no cumplir una promesa. Si los políticos incumplen 15 días de promesas en 20, aunque mejores personas los amigos, no me digan que una vida es demasiado para mantener una promesa de amor... No me lo digan que lloro. De un tiempo a esta parte me da por llorar en Les Seniaes. Antes gritaba y ahora lloro. Ian, la portera, me asegura que son los años y que mi corazón no aguanta los desengaños de las amigas como cuando era joven. Quizá sea verdad. No me canso, este bebé promete, aunque no lea en de soslayo la verdad que le hará libre y prefiera escuchar los intereses de la iglesia, sean los que sean, en Radio María. Gracias... (de nada).

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