viernes, 30 de septiembre de 2016

Desdúdame.

¿En tu casa o en la mía? En la mía, sí, la tuya imprime carácter, la mía es más familiar. El café corre de mi cuenta, aunque bien pudiera correr de la tuya, pero es tradición que mis amigas (¿seguimos siendo amigos? traigan las pastas de té. No le des importancia. Por cierto, ¿recuerdas dónde vivo? Parecemos quinceañeros enviándonos notitas de amistad por los amigos. Como Antonio Machado: "¿Dónde está la utilidad de nuestras utilidades? Volvamos a la verdad: Vanidad de Vanidades". Desdúdame: ¿Cuánto ganarías? Disculpa, ganaríamos: si tú ganas, ganas yo. Es lo mejor, sobre todo porque no perderíamos ninguno de los dos. Tenemos que ganar los dos o perderemos los dos. Te propongo paz sin rendición. No me importaría perder, pero sabes lo mucho que está en juego para las dos. Hablo de quién tú sabes que hablo y no de mí. Recuerda, las dos, tú y ella, las dos. Ella ganaría mucho y tú mucho también; o no perderías lo que tienes, si no es lo mismo. Por mi parte, lo hubiera dejado pasar de soslayo, a pesar de que más temprano que tarde te encontrarías con la horma de tu zapato. Para ti ha de haber un antes y un después en esos asuntos cotidianos. Si decides venir, trae contigo tu creación asertiva y la siempre recurrente imaginación. No permitas que otros te den por vencida. Ha llegado la hora de sentarnos los tres a dialogar sin intermediarios y sin prisa. Nada bueno ocurrirá en nuestras vidas si antes no ocurre en nuestros corazones. Estoy convencido de que todo saldrá bien. Confía en mí. O no. Será tu decisión, tu responsabilidad. Eso es todo. Te espero, pero no impaciente. Simplemente espero. Tic, tac, tic... (Me puedes creer, yo no le he dado cuerda al reloj, pero está en marcha. No volveré al tema en busca de una probable solución, además de la reconciliación si es que importa). Gracias... (de nada).

No hay comentarios:

Publicar un comentario