lunes, 30 de noviembre de 2015

Aún hay esperanza.

Me levanto como si tuviera algo que hacer y con el café en la mano me asomo a la mañana... Nada posible de mejorar: Les Seniaes. Falto de interés y sin musa hasta el mes abril, busco las noticias más interesantes en los diarios que me obligue a escribir. Una reúne el consenso: "Rivera, Albert, está imparable y sigue a la cabeza en valoración de líderes". 

Si las encuestas no conducen al PP la ciudadanía se encamina al abismo. ¿Se equivocan las encuestas? Se equivocan como los votantes se equivocan a veces. Todos nos equivocamos a veces menos los cuatro líderes que las encuestas sitúan en méritos similares para no errar en sus cálculos porcentuales. Dos más dos. Dos por sus supuestos méritos y dos por sus incontestables deméritos. La justicia si hablamos de lo que hablamos no será justa. ¡Ay, Dios no lo quiera!.

Llegaremos al 20 D tocando fondo y el 21D no sabremos si en realidad era el fondo, porque lo que se dice hacer pie no haremos. Fijo. Exhaustiva la encuesta uno de cuatro ganará las elecciones y no será presidente sin otro que las perdió. El cinismo que aparece en las encuestas es de risa. ¿Qué broma es esta?

Perdidos los valores, las ideas, la vergüenza, los aspirantes a presidir el gobierno de la nación (bailan salsa, cantan los boleros acompañados de guitarra, insultan y debaten los que debaten) se sitúan en posición de ganar las elecciones... Hasta el pasado enero eran dos, después tres y ahora cuatro. Los últimos serán los primeros... Mañana será diciembre y seguirán siendo cuatro como las hijas de Elena. "Tres eran tres las hijas de Elena y ninguna era buena". Perdida ya la credibilidad todo vale. Se trata de cumplir con los bancos, las eléctricas, los mercados internacionales, la deuda de un año PIB y etcétera. Se trata de distraer las verdaderas necesidades de la ciudadanía y que siga el show. Amén.

Zapatero nos dejó un país en la ruina y pronto sabremos qué queda (si algo queda) de aquel país en la ruina. Entre las ruinas de un país, un presidente Rajoy y una ciudadanía sin escapatoria frente al abismo. ¿Y entonces? El mito del Ave Fénix que alimentó doctrinas y concepciones religiosas de supervivencia en el más allá muere para renacer con toda su gloria. Aún hay esperanza.

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